Esta historia pequeñita con la
que inicia el blog, sucede estando de vacaciones, en una de las playas más hermosas
y más especiales que conocí…. Praia do Aventureiro, en Ilhagrande. Lo difícil es
irse de ahí, y no fue diferente para mi...
Después de haber pasado casi 2
días con mis amigos, decidimos irnos. Regresamos en un barquito al continente, pero
apenas pongo un pie en el muelle siento la necesidad de volver a la isla, y así fue…La
historia de ese regreso queda para otro post…
Después de mi segunda estadía en
Aventureiro, llegó el momento de volver al continente para seguir rumbo a Rio y
regresar a Córdoba. Pero por la lluvia
se fue atrasando mi partida, y la mañana que creí conseguir un barquito para
salir, se fue sin mi…y ahí quedé preocupada porque si no lograba irme en el
lapso de un día perdía mi vuelo. Charlando las opciones posibles para salir ( todas totalmente improbables) con Marcelo, el chico del
camping y a esa altura mi confidente (quien se merece otra historia pequeñita), aparece
Roberto, un viejito hermoso con el que había estado hablando el dia anterior.
Apenas se enteró de lo sucedido me dijo: ..-“Te veo muy preocupada Val, yo te
voy a sacar de acá en mi bote…pero primero vení conmigo a la casa de mi hermana
y te preparamos el desayuno”… No soy muy
desconfiada, pero dudé de tanta amabilidad, él se dio cuenta y me dijo: ."no
estás confiando en mi pero yo si en vos, vení conmigo”, y así me dejé llevar a
la casa de su hermana, que a regañadientes nos preparó un café a los dos y nos dio
una lista de cosas para comprar en el super cuando llegásemos a destino. Con el
sabor del café calentito salimos para el
muelle, alistó su bote y me dijo: "en menos de una hora estás en Angra y encima
vamos a pasar al barco q te dejó y los saludamos". Su bote era eso, un bote muy
chiquito con motor, y para salir de ahí hay que adentrarse en mar abierto….Roberto vio
mi cara de susto pero de nuevo me dio la mano y me dijo: “confiá en mí”…Y así
fue, de nuevo en el mar, esta vez para irme definitivamente (hasta me dejó
manejar el bote!).
Llegamos al puerto y le pregunté cuánto era, (yo
seguía desconfiando de su amabilidad), me dijo que nada, que lo había hecho por mi…insistí
y le dejé un dinero, pero no lo quiso recibir, así que lo convencí de que con
eso hiciera las compras que la hermana le había pedido. Me despedí agradeciéndole
infinitamente y diciéndole que era un ángel, me abrazó muy fuerte y me dijo: "una pena haberte conocido ayer, quería mostrarte muchos lugares, podríamos
haber sido grandes amigos, teníamos mucho para hablar”… y se me cayeron unas
lágrimas. Por un segundo volví a dudar y me quise quedar para ir de nuevo a
Aventureiro …
No sé cuántos años tenía mi ángel,
65/70…ni idea, pero yo también me quedé con ganas de ser su amiga….
Y no termina ahí esta historia,
porque cuando llegué a casa y me puse a ver las fotos, descubrí que le saqué
una foto a Roberto varios días antes y sin conocerlo, del otro lado de la isla,
en Abrao, donde vive unos días a la semana…y ahí comprobé que si, que es un
ángel y que aunque no tuvimos tiempo, somos grandes amigos…
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El de los anteojitos es Roberto! |