Un día sentís: “click”, y te
das cuenta que algo cambia para siempre. En mi caso no fue tan repentino, fue
un proceso en el que experimenté muchas cosas, conocí muchas personas que me
ayudaron a encontrarme de nuevo, y un día acepté frente al espejo que estaba en
piloto automático y que me estaba apagando. Du- rí-si-mo aceptarlo, más duro
decidir cambiarlo. Difícil que te entiendan, es un proceso muy personal y sólo
uno sabe qué es lo que no funciona más. Hay un montón de cosas que uno toma
como pre-establecidas, cuesta salir del “deber ser”, de lo que uno conoce, de
la rutina, de la famosa zona de confort y bla bla bla.
Me encontré aferrada a cosas,
situaciones, personas que ya no me hacían feliz. El sólo hecho de abrir las
manos y soltar lo que tenía, se tornó un desafío. Más cuándo sabés que estás
soltando algo pero no tenés nada para agarrar, saltás al vacío. Igual cuando
están las ganas de vivir plenamente, juntás fuerzas y huevos de donde no tenés,
y SALTAS.
Y saltás en busca de una vida más
plena, más sincera, más sensible, más real, más tuya. Sí, te tildan de naif,
hippie, loca, irresponsable, incoherente, inmadura. La pregunta que más temés
(porque no tenés la respuesta), es la que más te hacen: Qué vas a hacer?.....
Y
no sé, VIVIR.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario